El ataque aéreo que mató al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, sacudió la tierra cientos de metros en todas direcciones.
A pocas cuadras de distancia, en el suburbio de Beirut conocido como el Dahieh, Mehdi Moussawi pensó que su propio edificio se derrumbaba.
Desde su balcón, este taxista de 45 años y su esposa Zahraa -quienes pidieron que sus nombres fueran modificados para este artículo- veían cómo un espeso manto de humo y polvo envolvía todo a su alrededor. A lo lejos, oían llover escombros y, en lo alto, el zumbido familiar de un dron israelí.
Los drones sobre Dahieh se habían vuelto tan habituales en los últimos días que ya casi no los percibían.
Dahieh, un suburbio de mayoría chií en el sur de Beirut, estaba de nuevo bajo la atenta mirada de Israel; su más de medio millón de habitantes estaban una vez más amenazados de muerte desde el cielo.
“Los misiles bajan del cielo”, dijo Mehdi, haciendo el gesto del arco de un proyectil cayendo a tierra, “y de repente todo lo que tienes desaparece”.
Estaba sentado en una acera sucia y calcinada por el sol al borde de la Plaza de los Mártires, en el centro de Beirut, la que ahora es el hogar de la pareja y sus hijos adolescentes. A su alrededor había cientos de personas en circunstancias similares, muchas de ellas de Dahieh.
Ese suburbio se ha llevado la peor parte de los recientes bombardeos israelíes sobre Beirut, los que han provocado un éxodo masivo de prácticamente toda su población.

Dahieh está ampliamente bajo el control de Hezbolá, el grupo político y paramilitar respaldado por Irán que es una poderosa fuerza alrededor de todo Líbano.
Hezbolá denegó a la BBC la petición de permiso a entrar en el barrio para este reportaje, para ver los daños causados por las bombas, pero un análisis de imágenes de video realizado por la BBC, advertencias de evacuación israelíes e imágenes por satélite recientes dan cuenta de al menos 65 ataques aéreos, los que han dañado gravemente o destruido completamente los edificios del lugar.
Algunos de esos ataques han consistido en docenas de bombas individuales, y muchos han arrasado no sólo el edificio aparentemente objetivo, sino que también han destruido o dañado gravemente varios edificios adyacentes.
Este fue el destino del apartamento de Mehdi y Zahraa: estar al lado de un ataque israelí. Zahraa lloró cuando vio las imágenes de su edificio ennegrecido y destrozado. “Míranos”, suplicó. “Nuestra casa ha desaparecido. No tenemos higiene, no podemos lavarnos. No tenemos nada”.
El suburbio
Dahieh se describe a menudo como un bastión de Hezbolá. El término no refleja la totalidad del suburbio -una zona residencial densamente poblada donde operan otros partidos políticos y donde no todo el mundo apoya a Hezbolá-, pero el grupo es sin duda la fuerza más potente allí.
En la superficie, Hezbolá está entrelazado en el tejido social y político del barrio y presta servicios como asistencia social y educación. Por debajo, dispone de búnkers y túneles desde los que puede operar.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han apuntado a Dahieh con el fin de asesinar a líderes de Hezbolá y afirman que el grupo utiliza sus búnkers para almacenar armas entre la población civil.
Asimismo, dicen que están atacando a Hezbolá para poder devolver de manera segura a 60.000 de sus propios ciudadanos al norte de Israel, zona que ha estado bajo fuego de cohetes desde Líbano durante el último año.
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