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“Sin azúcar no hay país”: cómo colapsó el producto más emblemático de la economía de Cuba

Los hombres de la cooperativa azucarera Yumurí, en Cuba, han trabajado en los cañaverales alrededor de la ciudad de Cienfuegos desde que tenían edad suficiente para empuñar un machete.

Cortar caña es todo lo que Miguel Guzmán ha hecho en la vida. Viene de una familia de jornaleros y empezó el arduo e ingrato trabajo en su adolescencia.

Durante cientos de años, el azúcar fue el pilar de la economía cubana. No sólo fue el principal producto de exportación de la isla, sino también la piedra angular de otra industria nacional, el ron.

Los cubanos mayores recuerdan cuando la isla fue esencialmente levantada sobre las espaldas de familias como la de Guzmán.

Hoy día, sin embargo, él reconoce abiertamente que nunca ha visto la industria azucarera tan quebrada y deprimida como lo está ahora; ni siquiera cuanto las lucrativas cuotas que compraba la Unión Soviética cesaron después de la Guerra Fría.

Una inflación descontrolada, escasez de bienes básicos y el embargo de décadas impuesto por EE.UU. han generado un panorama económico funesto en todos los ámbitos en Cuba. Pero las cosas están particularmente desoladoras en el mercado azucarero.

“No hay suficientes camiones y la escasez de combustible significa que algunas veces pasan varios días antes de que podamos trabajar”, dice Miguel, aguardando bajo una pequeña zona de sombra a que los camiones de la era soviética lleguen.

BBC: Miguel Guzmán dice que con su salario ya casi no se puede comprar nada.

Las horas de cosecha perdidas mientras hombres y maquinaria esperan inmóviles han golpeado agudamente los niveles de producción.

La temporada pasada, la producción de Cuba cayó a sólo 350.000 toneladas de azúcar cruda, una baja histórica para el país, y muy inferior a las 1,3 millones de toneladas registradas en 2019.

Ingenios azucareros parados

Miguel es uno de los cortadores más rápidos de su equipo -o pelotón- reconocido por sus jefes como uno de los más eficientes del país. Sin embargo, dice que no recibe ningún incentivo financiero para una mayor producción más allá de su amor por el oficio.