En el cruce fronterizo de Dajabón, entre República Dominicana y Haití, hay un flujo constante de camiones que transportan inmigrantes haitianos indocumentados, quienes están siendo deportados a su país de origen.
“Estuve en República Dominicana durante tres años”, gritó el trabajador de la construcción Michael Petiton. “Entraron a mi casa y me sacaron de mi casa”.
Trabajó duro, insistió, tomando empleos que la mayoría de los dominicanos no querían. Ahora está de regreso en Haití con sólo la ropa que llevaba puesta y algunas herramientas que logró rescatar en una mochila.
La ya precaria situación de Haití se ha deteriorado rápidamente en las últimas semanas cuando grupos criminales lanzaron ataques coordinados contra instalaciones clave del país para forzar la renuncia del primer ministro.
Se estima que más de 350.000 personas han sido desplazadas internamente en Haití. De ese total, más de 15.000 en la última quincena.
Y aquí en el cruce fronterizo, las autoridades dominicanas han estado devolviendo a cientos de haitianos indocumentados todos los días.
Los soldados dominicanos abren las puertas de hierro forjado, ordenan que salgan por docenas y los envían a través del río Masacre hacia Haití.
Algunos de los inmigrantes están furiosos y gritan indignados en español y creole. Otros están resignados, con sus hijos o algunas posesiones en brazos.
El mensaje que parece estar enviando República Dominicana es que, por muy mal que se pongan las cosas en casa, los haitianos no deben buscar refugio en territorio dominicano.
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