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“Los gobiernos de Cuba y Venezuela creen que se benefician de que se vayan del país quienes están en su contra”

Cuba y Venezuela están viviendo éxodos masivos de su población a un ritmo acelerado.

Según datos de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, controlada por el Partido Comunista, la población de la isla se redujo en un 10% entre finales de 2021 y finales de 2023.

Las cifras oficiales, publicadas en julio de este año, hablan de que los cubanos en Cuba pasaron de ser 11,18 millones a ser 10,06 millones en ese lapso de dos años.

Un estudio publicado por el Cuban Research Institute de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) calcula un descenso aún más dramático. Estima que la población de Cuba ha alcanzado niveles tan bajos como 8,62 millones de personas.

Cualquiera de las dos cifras muestra que el de los últimos tres años es el mayor éxodo en la historia de Cuba, un país con una larga historia de emigración desde que triunfó la revolución en 1959.

A la vez, ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, y OIM, la Organización Internacional para las Migraciones, calculan que desde 2014 se han ido de Venezuela 7,7 millones de personas, alrededor de un 20% de la población del país.

Y estiman que los venezolanos siguen huyendo a un ritmo de 2.000 personas al día en promedio.

Silvia Pedraza, profesora de sociología de la Universidad de Michigan en Ann Harbor, y Carlos A. Romero, profesor retirado de ciencia política de la Universidad Central de Venezuela, se dieron a la tarea de comparar las revoluciones de Cuba y Venezuela.

El principal aporte de su libro Revolutions in Cuba y Venezuela: One Hope, Two Realities, publicado en 2023 por la Universidad de Florida, es que muestra que, más que un mero efecto, las migraciones masivas de personas son un factor que determina el éxito o el fracaso de las revoluciones.

BBC Mundo habló con Pedraza y Romero para indagar de qué manera han beneficiado y de qué manera han perjudicado las diásporas a los gobiernos revolucionarios de Cuba y Venezuela. Lo que sigue es la conversación con los autores.

Getty Images: En la última década, miles de venezolanos han llegado caminando hasta la frontera sur de EE.UU.

Su libro compara las revoluciones de Cuba y Venezuela, que son dos procesos que están muy presentes en el imaginario político latinoamericano y cuyas similitudes se han politizado mucho. A grandes rasgos, ¿qué similitudes y qué diferencias encontraron?

Silvia Pedraza: La sociología de la revolución realmente está muy desarrollada, pero los estudios se han concentrado en las revoluciones clásicas del norte global: la rusa, la francesa, la estadounidense, la china.

Lo que nosotros añadimos a la discusión es que, cuando uno se enfoca las de Cuba y Venezuela, se da cuenta del papel importantísimo que tienen los procesos migratorios, que es algo que no se había estudiado con respecto a las revoluciones.

Siempre se había dicho que por la revolución francesa se exiliaron tantos, que en la rusa se fueron tantos, etc.

Lo que Carlos y yo decimos es que el éxodo no es solo una de las consecuencias de los procesos revolucionarios, sino que es verdaderamente una de las cosas que hicieron que triunfaran y se consolidaran las revoluciones de Cuba y Venezuela, y después que declinaran y terminaran al borde del precipicio, como están hoy.

En cuanto a las diferencias, bueno, el fenómeno cubano es mucho más largo. Lleva 66 años, mientras que el venezolano, 25. Entonces, la revolución cubana tuvo lugar en el molde histórico de la Guerra Fría, mientras que la venezolana no tanto.

En el caso de Cuba, yo recalco también el papel de la religión y la raza, que es mucho menos importante en el caso de Venezuela.

Carlos Romero: Son revoluciones que se dieron, además, de forma muy diferente.

No es lo mismo el rompimiento del status quo político que pasó en Cuba en el año 1959, que lo que pasó en Venezuela en 1998, porque en Venezuela la revolución llegó por la vía electoral.

Ustedes subrayan además que se trata de revoluciones aliadas entre sí…

C.R.: Sí, lo que nos permite comparar estos dos casos no es solo que existan ciertas similitudes, sino justamente que las élites cubanas y las venezolanas formaron una alianza desde el año 1998, que es lo que yo llamo el sueño de Fidel.

Desde que llegó al poder, Fidel Castro tuvo como objetivo tener buenas relaciones con Venezuela.

Pero nadie pensó que esas buenas relaciones fueran a llegar a tal punto que Hugo Chávez dijera, como lo hizo, que había necesidad de pensar en que Cuba y Venezuela fueran una sola nación.

Getty Images: El politólogo Carlos A. Romero señala que el gobierno de Fidel Castro tenía una profunda influencia en Venezuela, incluso antes de que ganara Chávez.

Profundicemos en esta idea de que no se pueden entender estas dos revoluciones sin fijarse en las diásporas que desataron. ¿Estas diásporas benefician a los gobiernos revolucionarios o los perjudican?

S.P.: En Cuba, de forma muy deliberada, el gobierno revolucionario —Fidel, Raúl, el Che— empujó a los que estaban en la oposición a que se fueran. De hecho, no se podían quedar. Con eso, externalizaron el disenso, el desacuerdo, la oposición

Eso los hizo más fuertes al principio. Pero, como este es un proceso que ha durado tantos años y se ha ido tanta gente, han pasado un par de cosas.

Una es que algunas de esa gente que se fue se incorporó políticamente, sobre todo en EE.UU., como senadores, como gobernadores, como miembros de la cámara de representantes, y a través de esas posiciones, han tratado de influenciar a la revolución cubana.

El mejor ejemplo que me viene a la mente es el senador de Florida Marco Rubio, que es de origen cubano.