Aquel trayecto en coche, en septiembre de 2021, fue para Destonee la gota que terminó por colmar el vaso.
Las señales las había empezado a ver meses atrás, en los agravios constantes de su marido, con quien llevaba casada desde 2017, en sus bajezas y un desprecio cada vez menos disimulado, pero sobre todo en la “negligencia extrema” de este con sus dos hijos.
“Hubo una vez que uno de ellos casi se ahoga porque él no vació la bañera, y en otra ocasión dejó al otro en su cuna, sin beber ni comer, desde las siete de la mañana que el niño se despertó hasta el mediodía, cuando él decidió levantarse”, le cuenta a BBC Mundo esta mujer de Kansas City, en el estado estadounidense de Misuri, que pide ser identificada sólo por su nombre de pila.
“Así que ya era consciente de que proteger a mis hijos era mi prioridad, y cuando me vi en aquel vehículo, embarazada por tercera vez, aguantando sus peores insultos mientras hacía que ellos los repitieran, me dije: ‘Hasta aquí hemos llegado’”, recuerda.
Sin embargo, el desenlace al ir a interponer la demanda de divorcio la dejó de piedra.
“El abogado reconoció que tenía que salir de esa situación cuanto antes, pero me dijo que aún no me podía ayudar y que regresara una vez hubiera parido. Así que tuve que volver a casa con mi esposo abusador hasta dar a luz”.
Todo por una ley estatal de 1973 en Misuri que obliga antes de pedir el divorcio a revelar si la esposa está o no gestando.
Los expertos concuerdan que fue diseñada para proteger a las madres y los hijos, pero que en la práctica lleva a que las mujeres no puedan disolver legalmente su matrimonio mientras estén embarazadas. Una legislación que se repite en otros estados de Estados Unidos y que cada vez más voces piden reformar.
De protección a barrera
Son leyes que se promulgaron “en un esfuerzo por garantizar que se estableciera la custodia y la manutención de los hijos y que el padre no pudiera simplemente marcharse”, le confirma a BBC Mundo Kristen Marinaccio, abogada experta en derecho de familia que ha examinado estas normativas.
“Estaban destinadas a proteger y no debían ser punitivas, pero en el contexto actual para muchas mujeres se han convertido en barreras”, subraya.
Aunque permiten entablar la demanda de divorcio o pedir, por ejemplo, una orden de alejamiento, en base a estas leyes “no obtendrás la sentencia que diga que estás oficialmente divorciada si estás embarazada”, aclara la especialista.
Así es en Misuri, Arkansas y Texas, y en Arizona, aunque no esté codificado como tal en la legislación estatal, es la práctica común.
“Y con las ramificaciones que eso puede llegar a tener”, prosigue. “Porque en relaciones en las que haya coacción, control financiero y coercitivo, ese pedazo de papel puede marcar la diferencia entre que sigas o no atrapada en un ciclo de violencia doméstica”, subraya.
Es el caso de Destonee, quien a falta de otro lugar al que ir, se vio obligada a regresar al apartamento que compartía con su esposo.
“Él se quedó en el dormitorio principal, en el piso de arriba, y yo y mis hijos en la planta de abajo, pero aquello tuvo un costo enorme para mi salud mental, mi ansiedad, mi depresión”, recuerda.
“Realmente, la única razón por la que seguí adelante fue porque sabía que, de no estar yo allí, nadie cuidaría de mis hijos”, dice mientras se le quiebra la voz.
Getty Images: Arkansas, Misuri y Texas tienen leyes que retrasan la sentencia de divorcio hasta que la madre de a luz. En Arizona, aunque no está codificado en la legislación estatal, es práctica común.
Los meses de embarazo en esas circunstancias se convirtieron en un entrar y salir constante del hospital. “Tenía la tensión tan alta que creían que tenía preeclampsia”, explica.
Al final, le tuvieron que inducir el parto. Su hija nació en marzo de 2022.
“Y a las dos semanas fui a interponer la demanda de divorcio, sin decirle nada a mi esposo”, recuerda. “Hice como si no pasara nada, porque no tenía dónde ir”, se explica. Y así continuaron, en aquella casa, hasta el 1 de julio, cuando por fin pudo mudarse con sus hijos.
El divorcio tardaría dos años en llegar, un momento que evoca liberador. “Ya solo queda la tensión de cuando le toca venir a por los niños”, dice. Y es que con su ya exmarido comparte la custodia al 50%.
Otras consecuencias
Activistas que trabajan con sobrevivientes de violencia doméstica en Misuri dicen que constantemente ven a mujeres embarazadas que quieren dejar a maridos que las maltratan pero no pueden. Y advierten que las implicaciones de esta ley va más allá de simplemente esperar a que el embarazo termine.
“A muchas les toma tiempo reunir el coraje para interponer una demanda de divorcio, pasan por varios intentos”, le dice a BBC Mundo Meghann Kosman, quien trabaja en la organización sin ánimo de lucro North Star Advocacy Center, con sede al norte de Kansas City.
Así que cuando se les dice que vuelvan una vez hayan dado a luz, no todas siguen el ejemplo de Destonee y no son pocas las que desisten, subraya.
“También he trabajado con mujeres que se han separado, con la intención de pedir el divorcio una vez hayan nacido sus hijos, pero que se encuentran con barreras como no poder optar a ayudas públicas para vivienda o a cupones alimentarios por seguir casadas”, explica.
Synergy Services, otra organización sin ánimo de lucro con servicios para víctimas de violencia en Kansas City y alrededores, también informa que reciben “regularmente” solicitudes de apoyo de mujeres embarazadas que no pueden divorciarse de sus maridos abusivos debido a la ley.
La cifra total de afectadas no se conoce, ya que no hay ninguna entidad que se dedique a recopilar tal información.
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