Una nueva potencia ha llegado a América Latina y el Caribe: Arabia Saudita.
Siguiendo las líneas fijadas por el príncipe Mohamed Bin Salman en el plan económico al que bautizó como Visión 2030, la monarquía árabe muestra cada vez mayor interés en la región y últimamente ha incrementado su presencia económica y diplomática.
Las exportaciones sauditas a América Latina, que en 2019 alcanzaron un valor de US$2.803 millones, llegaron en 2023 a 4.581 millones, un 38,8% más.
Mientras que las importaciones pasaron de US$3.811 millones en 2019 a 4.993 el año pasado, un incremento del 23,6%.
Un comercio floreciente se ha visto acompañado de crecientes inversiones sauditas, posibilitadas por el gran capital con el que el país árabe cuenta gracias a su vasta riqueza petrolera, que le permite ser uno de los mayores exportadores del mundo.
Parte de ese dinero ha empezado a fluir hacia América Latina y el Caribe.
Guyana anunció el pasado noviembre que Riad se ha comprometido a invertir US$2.500 millones para el desarrollo de los países caribeños en los próximos años.
Aramco, el coloso petrolero propiedad del estado saudita, adquirió uno de los principales distribuidores de carburantes de Chile, donde tiene previsto expandir su actividad comercial.
Según le dijo a BBC Mundo Najad Khouri, investigador del grupo de Estudios e Investigaciones sobre Oriente Medio, un centro de análisis en Brasil, “son los primeros pasos de una relación natural”.
Parece que la relación avanza.
El ministro de Inversiones saudita, Khalid A. Al-Fahi, completó en agosto de 2023 una gira por siete países de la región para, según dijo, “explorar oportunidades de fortalecer y profundizar asociaciones de inversión”.
Qué es la Visión 2030 de Arabia Saudita
Cuando en 2015 accedió al trono saudita, el rey Salmán sorprendió al convertir en el hombre fuerte del gobierno a su séptimo hijo, Mohamed Bin Salmán, que entonces tenía solo 32 años y adelantó en las preferencias de su padre a todos sus hermanos.
Tim Callen, experto del Instituto de Estudios Árabes del Golfo, en Washington, le dijo a la BBC que Bin Salmán “llegó con un plan muy ambicioso para diversificar la economía y reducir su dependencia del petróleo, además de transformar la muy conservadora sociedad saudita”.
En lo económico, el objetivo principal era orientarse a un mundo que en el futuro se vislumbra descarbonizado y generar empleos para los jóvenes, una parte muy importante de la sociedad saudita.
Callen, subraya que “aunque Arabia Saudita tardará décadas en desconectarse del petróleo, porque tiene tanto que puede producir mucho y a muy bajo coste, tiene importantes necesidades energéticas domésticas y está buscando desarrollar formas de energía alternativas y más limpias”.
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