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Cómo cambió El Salvador durante el gobierno de Bukele y cuáles serán sus prioridades si se reelige

De ser uno de los países más violentos del mundo a acoger la celebración de Miss Universo y a recibir a Leo Messi y el resto de estrellas de su equipo de fútbol.

Mucho ha cambiado en los últimos años en El Salvador, que ahora ocupa titulares a nivel mundial por temas y eventos que pocos podían imaginar que ocurrirían en el llamado “Pulgarcito de América”.

La principal clave detrás de su transformación es la pacificación del país, lograda con la tan exitosa como polémica “guerra contra las pandillas” liderada por Nayib Bukele, quien este domingo buscará su reelección como presidente pese a acusaciones de que su candidatura viola la Constitución del país.

Además de reducir los homicidios a mínimos históricos, su estrategia de seguridad le valió miles de denuncias por presuntas violaciones a los derechos humanos. Pero también le trajeron índices de popularidad sin precedentes entre los salvadoreños: lidera la intención de voto para estos comicios con entre un 70 y 80%, según últimas encuestas.

El mandatario, consciente de esta abismal diferencia respecto a sus competidores, ni siquiera cuenta como candidato a presidente con un programa formal público de propuestas e ideas, y no duda de que sus logros durante este primer gobierno respaldan y garantizan el apoyo de la mayoría salvadoreña.

“Somos un nuevo El Salvador, con una nueva historia que empezamos a escribir desde 2019 [fecha en la que fue elegido]. El país entero es reconocido por personas de todas las naciones, reconocen nuestro potencial”, presume Bukele.

Pero ¿qué tanto ha cambiado El Salvador desde que Bukele asumió su cargo hace casi cinco años y qué se puede esperar de un hipotético pero casi seguro segundo mandato?

Récords de seguridad

El principal cambio vivido durante el gobierno de Bukele es, sin lugar a dudas, la reducción de homicidios en el que fue uno de los países más violentos del mundo.

Según datos del gobierno, 2023 fue el año más seguro en la historia del país, con un promedio de 0,4 homicidios al día. Esto ubica a El Salvador como “el segundo país de América y primero de Latinoamérica con la tasa más baja de homicidios, apenas por debajo de Canadá”, aseguró el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro.

Sin embargo, organismos como el Observatorio Universitario de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana de El Salvador criticaron en el pasado las cifras del gobierno al considerar que no hay certeza de que incluyan las muertes de presuntos pandilleros en enfrentamientos con la policía o las ocurridas bajo custodia estatal.

Sea como fuere, la realidad es que la mayoría de salvadoreños asegura vivir más tranquila, sin sufrir extorsiones y pudiendo circular por zonas que antes estaban tomadas por las maras o pandillas que aterrorizaron al país durante décadas. Ocho de cada diez creen que El Salvador es más seguro o dicen no percibir un clima de miedo, según un estudio publicado en enero por la Universidad Francisco Gavidia.

La principal acción en el marco de esta estrategia fue el régimen de excepción iniciado en el país en marzo de 2022, que suspendió garantías constitucionales y multiplicó las denuncias por detenciones arbitrarias realizadas sin orden judicial y por muertes bajo custodia del Estado.

“Este lugar no era nada seguro hasta que el presidente hizo eso [el régimen de excepción]. Creo que el régimen fue la mejor decisión que se pudo tomar y que está siendo el mejor presidente que ha habido”, afirmó la joven Dennise en una visita que BBC Mundo hizo en marzo del año pasado al barrio de La Campanera, a las afueras de la capital, San Salvador.

Ese barrio era uno de los más peligrosos de la capital y bastión de la pandilla Barrio 18. Ahora es uno de los ejemplos de barrio recuperado.

La medida dejó hasta la fecha más de 75.000 detenidos por presuntos vínculos con pandillas, de los que más de 7.000 fueron después liberados, según cifras del gobierno. El Salvador se convirtió en el país con la tasa de presos más alta del mundo, con la construcción de la conocida como “megacárcel” —definida por Bukele como la más grande de América— como el mayor de sus símbolos.

Operativo policial en El Salvador 

AFP
Más de 75.000 personas fueron detenidas durante el régimen de excepción.

“La principal característica de este gobierno de Bukele ha sido un serio deterioro democrático acompañado de políticas que han sido efectivas para reducir la violencia homicida, pero a costa de atentar contra los pilares de la democracia y de una alta concentración del poder en su figura”, resume Ana María Méndez-Dardón, directora para Centroamérica de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).

Bessy Ríos, analista política y abogada salvadoreña, coincide en que “efectivamente ha logrado controlar las pandillas de una manera muy impresionante, pero con un alto costo para la sociedad en la que ha logrado penetrar la narrativa de que se le han suspendido los derechos ‘solo a los malos, a los buenos no’, y eso no es cierto: la suspensión de derechos opera en El Salvador para todos”.

“Al Ejecutivo le ha funcionado el quid pro quo de ‘te doy seguridad a cambio de tus derechos humanos’. Y es lamentable porque la gente debería entender que el Estado no puede extorsionarte y darte una cosa a cambio de otra: te debe garantizar tanto derechos humanos como seguridad”, agrega en conversación con BBC Mundo.

Turismo y megaproyectos

Con esta nueva realidad, el gobierno de Bukele hizo esfuerzos para atraer la atención hacia el país y demostrar al resto del mundo que El Salvador ya no es el país peligroso que fue hace años y al que muchos temían viajar.

Así, el pequeño país se convirtió en sede de grandes eventos como Miss Universo o los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Hace solo unos días, el Inter Miami de Lionel Messi desató la locura en San Salvador al viajar allí para jugar contra su selección nacional de fútbol.

El turismo comenzó a responder y el aeropuerto internacional de la capital atendió el año pasado a unos 4,5 millones de pasajeros, lo que supone un 32% más que en 2022. De enero a septiembre del año pasado, El Salvador se ubicó como el cuarto país del mundo en el que más aumentó la llegada de turistas internacionales (35%) comparado con 2019, según la Organización Mundial del Turismo.